Dejar que las cosas sucedan conscientemente
y soportar la tensión entre el orden y el caos.
Reconocer lo que necesita de nuestra atención
y lo que se puede soltar
“Ya me di al poder que a mi destino rige.
Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender.
No tengo pensamientos, para así poder ver.
No temo ya a nada, para así poder acordarme de mí.
Desapegado y sereno, me lanzaré
más allá del Águila para ser libre.”
“El Don del Águila”. Carlos Castaneda