
Esperaba de fuera, respuestas que explicasen el estallido de amor que tenía lugar en su interior
“Ya me di al poder que a mi destino rige.
Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender.
No tengo pensamientos, para así poder ver.
No temo ya a nada, para así poder acordarme de mí.
Desapegado y sereno, me lanzaré
más allá del Águila para ser libre.”
“El Don del Águila”. Carlos Castaneda
Conocí a la pintora Miie Tamaki durante un seminario sobre Energía Femenina. Le pregunté cual era su religión.
- Ya no tengo religión – respondió.
Notando mi sorpresa, me explicó:
- Fui educada para ser budista. Los monjes me enseñaron que el camino espiritual es una constante renuncia: tenemos que superar nuestra envidia, nuestro odio, nuestras angustias de fe, nuestros deseos.
Conseguí librarme de todo esto hasta que un día mi corazón quedó vacío: los pecados habían desaparecido, y mi naturaleza humana también.
Al principio me puse contenta, pero pronto comencé a darme cuenta de que ya no compartía las alegrías y pasiones de las personas de mi entorno. Fue entonces que abandoné la religión: hoy tengo mis conflictos, mis momentos de rabia y desesperación, pero sé que estoy otra vez cerca de los hombres – y, por eso, cerca de Dios.
Kagawichiko, Japón
Como la flor del ciruelo es la vida del samurai. Impecable, bella, corta y perfecta. Tú llevas esa insignia en tu interior, desde hace tanto, tanto tiempo. Tú has batallado en tantas guerras, has corrido tantos mundos, has amado a tantos, has dejado a tantos...Y siempre quedas tu, tu para siempre. Tú y la eternidad. Tú y los demás que te enseñan constantemente de ti y que potencian la fuerza y el temple de tu espíritu y de tu corazón.
Para tí es esa flor que aún está en el jardín y que un día volará con el viento, quién sabe adonde y dejará su fruto allí donde estuvo sirviendo con su presencia, su sencillez y su belleza. Como tu.
Luis_ ketzatcoalt.
Don Juan me dijo una vez que un hombre de conocimiento tiene predilecciones. Le pedí explicar este enunciado.
- Mi predilección es ver - dijo.
- ¿Qué quiere usted decir con eso?
- Me gusta ver -dijo- porque solo viendo puede un hombre de conocimiento saber.
- ¿Qué clase de cosas ve usted?
- Todo.
- Pero yo también veo todo y no soy un hombre de conocimiento.
- No. Tu no ves.
- Por supuesto que sí.
- Te digo que no.
- ¿Por que dice usted eso Don Juan?
- Tu solamente miras la superficie de las cosas.
- ¿Quiere usted decir que todo hombre de conocimiento ve a través de lo que mira?
- No. Eso no es lo que quiero decir. Dije que un hombre de conocimiento tiene sus propias predilecciones; la mía es sencillamente ver y saber; otros hacen otras cosas.
- ¿Qué otras cosas, por ejemplo?
- Ahí tienes a Sacateca: es un hombre de conocimiento y su predileccion es bailar. Así que él baila y sabe.
- ¿Es la predilección de un hombre de conocimiento algo que él hace para saber?
- Sí, pues.
- ¿Pero como podría el baile ayudar a Sacateca a saber?
- Podríamos decir que Sacateca baila con todo lo que tiene.
- ¿Baila como yo bailo? Digo, ¿cómo se baila?
- Digamos que baila como yo veo y no como tú bailas.
- ¿También ve como usted ve?
- Si, pero también baila.
- ¿Cómo baila Sacateca?
- Es difícil explicar eso. Es un baile muy especial que usa cuando quiere saber. Pero lo único que te puedo decir es que, a menos que entiendas los modos del que sabe, es imposible hablar de bailar o de ver.
- ¿Lo ha visto usted bailar?
- Si, pero no todo el que mira su baile puede ver que esa es su forma especial de saber.