El laberinto de la identidad

 “Me temo no poder explicarme a mí misma, 

señor oruga, porque yo ya no soy yo”, 

“Yo soy... Yo era... Soy otra”.

Somos nosotros

 

La vida es un cuadro lleno de color.  Todos podemos añadir nuestro color al cuadro,  aunque no sea muy grande.  Podemos pensar  que el lienzo sigue eternamente en todas las direcciones, como el infinito. Porque la vida, es así, es alucinante.

Hace cien  años un tipo al que no conocí,  tuvo un hijo que tuvo un hijo, que me tuvo a mí. Al principio cuando estaba observando creí que ahí arriba estaba su parte del cuadro y aquí estaba  mi parte del cuadro, pero luego empecé a pensar... ¿y si todos estuviéramos en el cuadro  en todas partes, y  si estamos en el cuadro antes de nacer… y si estamos en el después de morir … y si  esos colores que añadimos… ? y si se van añadiendo uno encima del otro hasta que al final ya no somos colores distintos, somos una sola cosa: un cuadro.

 Algunos  ya no están por aquí. No están vivos,  pero están  con nosotros. Están conmigo cada día.

Todo encaja de algún modo, aunque no entendamos cómo. Todavía hay seres que morirán en nuestra vida, seres que queremos… en el futuro, puede que mañana,  puede que dentro de muchos años.

 Es muy bonito si lo piensas,  que solo porque alguien se muera...porque ya no puedes verlos o hablar con ellos no significa que ya no sigan en el cuadro. Creo que esa es la clave de todo, que nadie muere.

No es o tú, o yo, o ellos, es: 'nosotros'. Es este dibujo lleno de color  y de magia que no tiene ni un comienzo ni un final...esto de aquí, este todo, somos nosotros.