El guerrero que emprende el camino, barre el tonal para poder atestiguar en el nagual. Carecemos de recetas mágicas, aquí no hay manuales, así que solo nos quedan las prácticas y la experiencia para corroborar aquello que intuimos. Para ello es esencial hacer conscientes nuestros actos y hacernos responsables de estos. Cuando no nos hacemos responsables estamos amparando acuerdos que ayudan a mantener la “imagen de si” y surge ahí tratar de transferir nuestras responsabilidades a lo demás. En cambio cuando uno se comporta de manera impecable, sale de la autocompasión y acumula energía y poder personal. Eso requiere disciplina y sobriedad, porque de esta depende la fuerza que afianza nuestra energía con el Universo: el Intento. La energía que debemos invertir en acción, se encuentra prisionera en nuestras creencias. La única forma de cambiar nuestra idea del mundo es parando el diálogo interno, esa es la manera de hacer que el mundo se desplome y eso se consigue actuando sin pasar por la razón. Una vez que uno ha actúa conforme a ese propósito se van tendiendo puentes a otras realidades es entonces cuando se puede comenzar a hablar de ensueño. |
“Ya me di al poder que a mi destino rige.
Y no me aferro ya a nada, para así no tener nada que defender.
No tengo pensamientos, para así poder ver.
No temo ya a nada, para así poder acordarme de mí.
Desapegado y sereno, me lanzaré
más allá del Águila para ser libre.”
“El Don del Águila”. Carlos Castaneda
jueves, diciembre 30, 2004
El modo del guerrero
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