Todos estamos hechos de polvo de estrellas. Todos llevamos la historia del cosmos. Sólo mediante la respiración, estamos unidos a todos los demás seres que han vivido en el planeta. Por ejemplo, hoy todavía estamos respirando en millones de núcleos atómicos del fuego que quemó a Juana de Arco en 1431, y algunas de las moléculas del último aliento de Julio César. Cuando un organismo vivo muere y se desintegra, sus átomos se liberan de nuevo en el medio ambiente, y, finalmente, se integran en otros organismos. Nuestro cuerpo contiene unos mil millones de átomos que una vez pertenecieron al árbol bajo el cual Buda alcanzó la iluminación.
Trinh Xuan Thuan.
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